Las formaciones ideológicas
no dependen de factores genéticos pero si del entorno donde se desarrolla, esto
es un simple extracto de lo que denominamos conciencia, siempre el factor
científico conservador ha puesto en duda esta referencia, algunos genetistas
han desarrollado un estudio empírico sobre esta cuestión y demuestran
científicamente, que el supuesto valor genético no es la principal causa que
determina el ser y su conciencia. En este escrito busca exponer relaciones
sociales e históricas que existen entre la conciencia la ideología con el fin
de demostrar la importancia de una concepción dialéctica de ambas teorías, así
como los desarrollos mas importantes de la teoría actual. Las palabra claves
son: Conciencia, Ideología, Dialéctica, Psicología y filosofía actual.
“Conciencia” entendida como una propiedad de
estados mentales. En esto se deben diferenciar entre dos significados, en los
cuales “consiente” se aplica como un predicado de una sola parte a los estados
mentales. Por una parte se caracterizan los estados mentales como “conscientes”
cuando sus contenidos están disponibles para la reflexión y el control de la
conducta.
La realidad pone de manifiesto: El “ser social” no determina la conciencia! Rechazando
que las formas políticas o jurídicas pudieran haber surgido de la evolución del
"espíritu humano", una determinada sociología determinista. La
conciencia en la que desarrolla un entorno hostil o natural en la que los seres
humanos se desarrollan y viven sus experiencias que aparecían identificados con
la historia de sus "relaciones sociales". la conciencia individual se
encuentra subordinada a una determinada ideología. Del mismo modo que el lienzo
en blanco no determina el contenido de la pintura final, el punto de vista se presupone
que la organización evolutiva de la mente humana tampoco tiene una
participación decisiva en la elaboración de la vida social y mental. Así,
"los fenómenos estudiados por las
ciencias sociales son autónomos y se encuentran desconectados de cualquier
modelo causal no trivial, originado en nuestros mecanismos psicológicos
evolutivos".
De acuerdo con esta visión histórica, el ser humano en
soledad es un perpetuo "recién nacido". Cada generación en cada
sociedad política está obligada a re-humanizar (educar y socializar...) al
neonato, cuya maleabilidad natural permitirá últimamente a los políticos y
educadores alumbrar un "Nuevo Hombre". En los términos de Bujarin,
apoyados por Lenin, se trataba incluso de "la fabricación del hombre
diferente a partir del material humano de la era capitalista, dotado de una
nueva conciencia social nueva.
La misma sociología dominante de la conciencia que
consagra el dogma de la visión histórica prohibía el descubrimiento de hechos
científicos nuevos pero perturbadores para el historicismo, desterrando en
particular las hipótesis naturalistas al exilio del "subjetivismo" y
del "conocimiento" individualista. Pero ¿y si la ideología de los particulares no
estuviera, al fin y al cabo, determinada
por su ubicación dentro de una "clase"? la ciencia marxista
venía a determinar que la ideología de los particulares dependería en cualquier caso de su posición
social y su entorno. Se trataba, además, de una "predicción" auto-cumplida,
sin ninguna instancia empírica capaz de falsarla.
Cuando buena parte del "proletariado" se
identificaba, no con los partidos socialistas o de izquierda como cabía de
esperar, si no con los conservadores no era el abandono de esta teoría por otra
más realista, si no la puesta en juego del eje central de las condiciones donde
el sujeto está acondicionado históricamente bajo un régimen político
determinado y una educación, en el sistema educativo que atrofia el pensamiento
crítico de los estudiantes solo enseña a memorizar datos para volver a
repetirlos, pero no crea una conciencia crítica y a ser responsables de si
mismo, a realizar una autocrítica, este núcleo duro doctrinal, todo esto se
manifiesta como un lamentable caída o alineación. Todo esto se sintetizaba como
consecuencias políticas de esta teoría de la conciencia y de su verdadero
desarrollo. Pero seguramente, y esta es la cuestión, tampoco cabe construir hoy
una filosofía política de espaldas a la neurociencia, la etología o la
psicología evolutiva, prohibiendo de antemano líneas de investigación que son
de hecho muy interesantes para conocer la naturaleza darwiniana de la política humana.
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