jueves, 20 de septiembre de 2012

EL SER SOCIAL


Las formaciones ideológicas no dependen de factores genéticos pero si del entorno donde se desarrolla, esto es un simple extracto de lo que denominamos conciencia, siempre el factor científico conservador ha puesto en duda esta referencia, algunos genetistas han desarrollado un estudio empírico sobre esta cuestión y demuestran científicamente, que el supuesto valor genético no es la principal causa que determina el ser y su conciencia. En este escrito busca exponer relaciones sociales e históricas que existen entre la conciencia la ideología con el fin de demostrar la importancia de una concepción dialéctica de ambas teorías, así como los desarrollos mas importantes de la teoría actual. Las palabra claves son: Conciencia, Ideología, Dialéctica, Psicología y filosofía actual.

“Conciencia” entendida como una propiedad de estados mentales. En esto se deben diferenciar entre dos significados, en los cuales “consiente” se aplica como un predicado de una sola parte a los estados mentales. Por una parte se caracterizan los estados mentales como “conscientes” cuando sus contenidos están disponibles para la reflexión y el control de la conducta.
La realidad pone de manifiesto: El “ser social” no determina la conciencia! Rechazando que las formas políticas o jurídicas pudieran haber surgido de la evolución del "espíritu humano", una determinada sociología determinista. La conciencia en la que desarrolla un entorno hostil o natural en la que los seres humanos se desarrollan y viven sus experiencias que aparecían identificados con la historia de sus "relaciones sociales". la conciencia individual se encuentra subordinada a una determinada ideología. Del mismo modo que el lienzo en blanco no determina el contenido de la pintura final, el punto de vista se presupone que la organización evolutiva de la mente humana tampoco tiene una participación decisiva en la elaboración de la vida social y mental. Así, "los fenómenos estudiados por las ciencias sociales son autónomos y se encuentran desconectados de cualquier modelo causal no trivial, originado en nuestros mecanismos psicológicos evolutivos".

De acuerdo con esta visión histórica, el ser humano en soledad es un perpetuo "recién nacido". Cada generación en cada sociedad política está obligada a re-humanizar (educar y socializar...) al neonato, cuya maleabilidad natural permitirá últimamente a los políticos y educadores alumbrar un "Nuevo Hombre". En los términos de Bujarin, apoyados por Lenin, se trataba incluso de "la fabricación del hombre diferente a partir del material humano de la era capitalista, dotado de una nueva conciencia social nueva.

La misma sociología dominante de la conciencia que consagra el dogma de la visión histórica prohibía el descubrimiento de hechos científicos nuevos pero perturbadores para el historicismo, desterrando en particular las hipótesis naturalistas al exilio del "subjetivismo" y del "conocimiento" individualista. Pero ¿y si la ideología de los particulares no estuviera, al fin y al cabo, determinada por su ubicación dentro de una "clase"? la ciencia marxista venía a determinar que la ideología de los particulares  dependería en cualquier caso de su posición social y su entorno. Se trataba, además, de una "predicción" auto-cumplida, sin ninguna instancia empírica capaz de falsarla.

Cuando buena parte del "proletariado" se identificaba, no con los partidos socialistas o de izquierda como cabía de esperar, si no con los conservadores no era el abandono de esta teoría por otra más realista, si no la puesta en juego del eje central de las condiciones donde el sujeto está acondicionado históricamente bajo un régimen político determinado y una educación, en el sistema educativo que atrofia el pensamiento crítico de los estudiantes solo enseña a memorizar datos para volver a repetirlos, pero no crea una conciencia crítica y a ser responsables de si mismo, a realizar una autocrítica, este núcleo duro doctrinal, todo esto se manifiesta como un lamentable caída o alineación. Todo esto se sintetizaba como consecuencias políticas de esta teoría de la conciencia y de su verdadero desarrollo. Pero seguramente, y esta es la cuestión, tampoco cabe construir hoy una filosofía política de espaldas a la neurociencia, la etología o la psicología evolutiva, prohibiendo de antemano líneas de investigación que son de hecho muy interesantes para conocer la naturaleza darwiniana de la política humana.




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