La producción capitalista aspira constantemente a
superarse a si mismo, solo puede superarlos recurriendo a medios que puede
levantar ante ella estos mismos límites todavía con mayor fuerza como lo que
pretende en estos momentos. Los fundamentos de este movimiento es de llegar
al limite y volver a levantar sus
estructuras con todas sus contradicciones vitales a la valorización del dinero proveniente
del capital, a través de la producción de valores de cambio nacida en la compra
de la fuerza de trabajo y su explotación, todos estos factores son inseparables
de la producción privada de los medios de producción. La mundialización teórica
del sistema la capitalista y del sistema de relaciones políticas y económicas
considerándolas como elementos de una imprescindible totalidad, diferenciaciones
en el seno de una unidad. Hasta ahora, lo hice colocando a los Estados Unidos en
el corazón de las relaciones constituvas de la mundialización, pero también como
muchos otros investigadores concediéndole el lugar de potencia hegemónica, Hoy
se hace indispensables una reformulación. Los Estados Unidos están en el origen
de los principales impulsos a la mundialización contemporánea, fueron en gran
medida los arquitectos fundadores de su correspondiente régimen institucional.
Pero también comienza a sufrir de sus
contradicciones. Los efectos de un rebote comienzan fortaleciendo su capital
concentrado allí donde se establece y combatiendo la tendencia a China, los
EE.UU. ayudaron la caída de ganancia a través de importaciones a través de
importantes deslocalizaciones hacia China, los EE.UU. en una palabra fortalecieron
a un rival al menos potencial,
recurriendo masivamente a los recursos de todo el mundo para sostener una
acumulación fuertemente marcada por el lugar del capital ficticio, y la misma
China está ayudando al patio trasero de Estados Unidos, acentuaron también una
permanente vulnerabilidad a las contradicciones y tensiones nacidas de la
mundialización.
Con actitud marxista quisiera exponer un estudio teórico
sobre el movimiento de acumulación capitalista a escala mundial como totalidad.
El capitalismo vivió, sobre todo en el siglo XX, con la idea de que la
dominación por medio de la violencia, ciencia y la tecnica, permitía actuar
como si el planeta fuera una parte de su biosfera irrumpiendo en el campo de la
reproducción del capital.
La magnitud de las barreras que durante su largo
periodo de maduración el capitalismo puso en camino a nivel un largo y extenso
proporcional a la gravedad de la crisis sociales y posiblemente las guerras que
serían su consecuencia.
Las pretensiones de
sobrepasar los limites de producción capitalista con lo cual pretende el
sistema dar más impulso a base de un modelo caducado, el neo-liberalismo ya que
el capitalismo se encuentra en una fase de agotamiento destructivo y esa fase
es más peligrosa, en el movimiento del capital al que alude Marx, en el capital
tiene que ver con la introducción de formas de organización, por ejemplo: las
sociedades por acción, o con la emergencia de nuevos campos de acumulación
apertura de nuevos mercados es el resultado tanto de acciones políticas en
sentido amplio y de acciones políticas como de saltos tecnológicos. La acción política invariablemente está en el origen de los cambios
institucionales y jurídicos que el capital necesita para la apertura de nuevos
campos de acumulación. Estos exigen “verdaderas transformaciones organizacionales"
tanto en el orden interno, como a nivel internacional.
Cuando determinados grupos o sectores a fines al
capital, (burguesías de determinados países) con sus propios intereses toman la
iniciativa, por medio de luchas internas al capital que incluyen conflictos y
agresiones contra el proletariado. Cuando la presión del capital se hace
difícil de soportar y las luchas internas se abren brechas, los trabajadores
pueden encontrar los medios de reaccionar y conseguir victorias, aunque hasta
el momentáneas las fragmentaciones histórica cuyos saltos son políticos, pueden
llegar la forma de guerras mundiales - la "Guerra Fría" representó
una variante de ellas - o de cambios importantes en las relaciones capital /
trabajo en el siglo XX, la segmentación temporal del movimiento de la
acumulación fue inseparable de las guerras y las exacerbaciones de la lucha de
clases que las siguieron. Y es probable que ocurra lo mismo en el siglo XXI.
En el siglo XX, la producción capitalista no se
enfrentó sólo con sus límites en el sentido de limites originados por las
contradicciones de la acumulación. Debió afrontar límites de naturaleza
política que se interpusieron en su libre desarrollo como sistema que busca
abrazar todo el planeta. Estos límites fueron de dos tipos. De consecuencias:
una de ellos fueron rivalidades interimperialista la primera se originó a
consecuencia de las rivalidades interimperialista que aparecieron al finalizar
la gran expansión externa de los capitalismos nacionales. Las mismas llegaron a
la forma de largas guerras. Pero tomaron también la forma de obstáculos muy
fuertes a la libertad de intercambios (desde los años 1890-1900) y más tarde al
movimiento de capitales (fin del patrón-oro, controles para su ingreso y salida
desde los años 1930). El capitalismo experimentó los efectos de un fuerte tabica
miento del mercado mundial.
El segundo tipo de límite político experimentado
por el capitalismo surgió como consecuencia de las grandes luchas de clases que
nacieron aprovechando las brechas abiertas por las guerras interimperialista,
que terminaron después de la Primera con la revolución Rusa y treinta años más
tarde, después de la Segunda, con la revolución en China, la independencia
semiautárquica de la India y el movimiento de descolonización. Estos
acontecimientos provocaron, simultáneamente, una restricción del espacio de
valorización del capital y modificaciones en las relaciones entre el capital y
el trabajo. La crisis de 1929 exigió al capital un atenuación de la brutalidad
de la explotación en los Estados Unidos. En Europa e incluso de cierta manera
en Japón, luego de la Segunda Guerra se produjeron modificaciones aún mas
profundas en beneficio de la clase obrera. El capitalismo de los años 1950 a
1960 fue un capitalismo trabado por relaciones domésticas relativamente
favorables al capital y forzado a evolucionar en un espacio mundial a la vez
restringido y tabicado. Se adaptó, pero sus estados mayores intelectuales y
políticos buscaron los medios para recuperar su libertad y tomarse la revancha.
Y lo lograron. Alrededor de 1992-94, como
culminación de un proceso que se remonta a 1978-1982 e incluso a 1970-74, la
producción capitalista pasó el umbral en el esfuerzo para liberarse de los
principales obstáculos a su libertad de desplegarse a su voluntad a escala
planetaria. Digo "producción capitalista", y no el capital
estadounidense o el capital de la antigua Tríada, sino el capital en su
misma esencia. Vale decir, el capital concebido por un lado como relación
social de producción - uno de cuyos modos de reproducción fue desde siempre la
implantación en nuevas regiones del mundo - y por el otro como una masa de
dinero lanzada a un proceso de auto-valorización incesante, cuya base es la
compra y el uso de la fuerza de trabajo, lo que hace "socavando al mismo
tiempo las dos fuentes originales de toda riqueza: la tierra y el hombre.
“Las políticas de liberalización y de desreglamentación de los flujos
financieros, de las inversiones directas y de los intercambios comerciales,
pusieron fin en gran medida sino totalmente al tabica miento del mercado
mundial resultante de las protecciones aduaneras y los controles sobre los fondos
de inversión. Los Estados de la ex URSS, los del bloque soviético en Europa del
Este y sobre todo China fueron reconquistados para el capitalismo e India se
vio forzada a abrir sus mercados y dar acceso a su mano de obra altamente
calificada. Y finalmente, como componente central del proceso, los límites
puestos en cada país a la explotación de los proletarios por el capital
desaparecieron. El motivo no fueron tanto las nuevas tecnologías como la
instauración de una efectiva competencia entre los asalariados de distintos
países. El capital dispone hoy de un ejército industrial de reserva mundial con
centenares de millones de trabajadores. en todas partes del mundo y, aunque sea
partiendo de niveles muy diferentes y avanzando con ritmos muy distintos, las empresas
han comenzado a nivelar las condiciones de salario y de trabajo con las de los
países donde, por razones derivadas de la historia de la lucha de clases, los
salarios y la protección social son los más bajos.
Apenas hace unos quince años que el capital logró
recuperar su plena libertad y una década desde que se le abrió en Asia un
inmenso campo de acumulación. Sin embargo, se presiente ya que la producción
capitalista ve levantarse frente a ella, simultáneamente, barreras relativas a
las contradicciones originales del capitalismo, que surgen de las profundidades
de las condiciones de producción y distribución, y también otras nuevas en
gestación. A fin de intentar comprender los factores constitutivos del nuevo
período de crisis que el capital prepara para sí mismo y en consecuencia para
toda la humanidad, debemos retomar el análisis de la economía mundial como
totalidad desde dos ángulos fundamentales.
El primero es el mas fácil de asimilar e integrar
al análisis. Junto con la liberalización, la desreglamentación y las
privatizaciones (y como culminación de todo ello), la entrada de China a la OMC
abrió la fase del capitalismo en que "La tendencia a crear el mercado
mundial" de que Marx escribió hace 150 años que "está dada
directamente en la idea misma del capital", se hace efectivamente
realidad. Pero el mercado deviene mundial en condiciones muy diferentes a las
de la primer expansión del siglo XIX, pues irrumpen en escena nuevos
competidores situados en una de las áreas geográficas que el imperialismo
dominaba como amo y señor. China e India están reintegradas en la esfera de
valorización planetaria del capitalismo. Y lo hacen en condiciones políticas
que de ninguna manera son las del imperialismo de la época clásica, lo que
acarrea enormes consecuencias para el capitalismo europeo y, por ello mismo,
para toda la sociedad europea. Y como más referiremos tendrá también grandes
efectos en los Estados Unidos.
El segundo rasgo novedoso de la economía mundial
como totalidad está referido a la forma en que la "finitud del mundo"
comienza a manifestarse en el terreno "ecológico" (y podría hacerlo
cualitativamente en las próximas décadas). Sin duda se trata del desafío
teórico más difícil para la teoría del capitalismo mundializado. La "finitud"
ya no se expresará, como ocurriera allá por el 1900 cuando terminados el
"descubrimiento" y la colonización del conjunto del planeta a partir
de Europa, el impulso de cada nación capitalista hacia el exterior en busca de
mercados y materias primas las condujo inevitablemente a chocar con las demás.
Ahora la "finitud" toma la forma mucho más grave del previsible
agotamiento de algunos recursos naturales claves -por lo menos sobre la base de
los parámetros que actualmente sustentan el "crecimiento", vale decir
la producción para la ganancia - así como también de los anunciados cambios
climáticos que afectarán las condiciones más elementales, físicas, de la
reproducción social, al menos en algunas partes del planeta. Esto acorrerá
terribles sufrimientos y también guerra a múltiples niveles.
La relación entre estos dos factores que vienen a
modificar las condiciones de la acumulación en el espacio mundializado es
conocida. La emergencia de rivales industriales extremadamente poderosos viene
acompañada por su adopción de los modos de producción y consumo del
"capitalismo avanzado", muy costosos energéticamente, y lo hacen con
el aliento (mejor dicho, el acicate) de los países de la Tríada. China y la
India tienen la pretensión - totalmente legítima desde un punto de vista capitalista
- de beneficiarse con un manejo ecológico equivalente al de los países
industrializados ya instalados, lo que acelera el ritmo de maduración de los
cambios climáticos y anuncia futuros conflictos por el acceso a las materias
primas. Se acerca el momento en que estos factores tendrán impacto directo e
inmediato en las condiciones de acumulación y las relaciones políticas
interimperialista, pero mis investigaciones no me permiten presentar
observaciones mas precisas.
La plataforma teórica que no puede evadirse para
cualquier análisis con una perspectiva marxista, es la comprensión de que el
origen último de los problemas ecológicos está relacionado con el hecho de que,
en el marco del capitalismo, el trabajo humano interactúa con la
"naturaleza" no como trabajo concreto productor de valores de uso,
sino como trabajo abstracto productor de valores de cambio en el interminable
movimiento de la valorización del capital. Cuando se demuestra que es necesario
(o se lo percibe empíricamente, como ocurría anteriormente en ciertas
comunidades campesinas) el trabajo productor de valores de uso puede, al menos
potencialmente, establecer una relación de "gestión prudente" con la
"naturaleza", basada en el reconocimiento de la limitada cantidad de
determinados recursos y en el respeto de las exigencias para la reproducción de
las especies vivas acuáticas y terrestres. Pero la producción de valor de
cambio buscando la ganancia no puede hacerlo, sobre todo cuando las empresas
experimentan una feroz competencia internacional y están sometidas a los
dictados de los accionistas. La disminución de costos y la maximización del
rendimiento dirigidos a la producción para la ganancia conducen
obligatoriamente a la extensión de enfoques semejantes a los utilizados en la
explotación "minera". Esta consiste en sacar de la "mina" -
que puede ser también una zona de pesca, un bosque, tierras vírgenes - toda la
materia prima que sea posible y durante todo el tiempo en que sea rentable, sin
preocuparse por los "daños colaterales" sociales o ecológicos, y
después ir a otra parte para recomenzar la misma operación. Cuando se agota un
recurso, se busca un sustituto en la naturaleza o se lo reemplaza completamente
por medio de la ciencia subordinada al capital.
Desde fines del siglo XIX, la centralización y
concentración del capital y la formación de poderosos oligopolios,
transformaron la rigidez -por no decir "unilateralidad"- de este tipo
de relacionamiento con la naturaleza, en un rasgo sistémico que no crea pueda
ser superado si no es con la desaparición del capitalismo en cuanto tal.
Estamos enfrentados a acciones ofensivas y defensivas de muy poderosos
"bloques de intereses" de grupos industriales con gran capacidad
destructiva del medioambiente: evidentemente, los relacionados con el complejo
petrolero-automotriz, también el petroquímico y el complejo militar-industrial
que tienen interese compartidos, pero también ocurre con otras ramas, como la
agroalimentaria y el papel. Las ganancias de estos oligopolios dependen de la
perennidad de los modos de vida (el uso del automóvil y las correspondientes
opciones urbanas, etcétera) con mayores efectos en términos de emisión de gas
con efecto invernadero, especialmente CO2. El objetivo que se han dado estos
grupos industriales, con la ayuda activa del Partido Comunista y los nuevos
capitalistas locales, es lograr que una fracción aunque sea pequeña (10%) de
los mil cien millones de habitantes de China reemplace con automóviles los
medios de transporte públicos y bicicletas. Poco importan los efectos
ecológicos, si el mercado chino se asegura una década de
"crecimiento" y el consiguiente flujo de dividendos para sus
accionistas, ayudando al mismo tiempo a que los mercados bursátiles en Wall
Street, en Tokio y Europa disfruten algunos años más de estabilidad relativa.
A nivel planetario, la "cuestión
ecológica" ha pasado a ser indisociable de la "cuestión social".
Por detrás de las palabras "ecología" y "medioambiente"
está muy simplemente el cuestionamiento de la perennidad de las condiciones de
reproducción física de ciertos grupos sociales y determinados pueblos. La
cuestión ecológica afecta pues a la civilización en cuanto tal. Es otra
expresión más de la alternativa definida por Rosa Luxemburgo hace casi un
siglo: "socialismo o barbarie". Pero la apreciación de qué manera los
factores ecológicos o la "rarefacción" de recursos claves pueden
afectar la acumulación, exigirá investigaciones y debates que están apenas en
sus comienzos. Algunos tendrán efecto directo sobre la acumulación. Así, el
encarecimiento del precio del petróleo posiblemente afectará la rentabilidad de
las inversiones en algunas ramas industriales, por el lado de los imputs
en la producción y debido a la fuerte caída en el poder de compra de
poblaciones cuya existencia está hoy completamente organizada en torno al uso
cotidiano de los vehículos. Otros sectores en cambio puede beneficiarse con
rebotes positivos como resultado de inversiones en energías alternativas. Los
efectos sobre la acumulación podrán ser también indirectos, a través de guerras
por el control de los campos petrolíferos que resten. En el caso de los cambios
climáticos que amenazan la vida de la gente de regiones y países ya
desheredados, la amplitud de los efectos sobre la acumulación dependerá del que
la adquieran los levantamientos sociales o los conflictos intercomunitarios e
interéticos y sus impactos internacionales. Las instituciones que, como el
Pentágono, se encargan de vigilar la seguridad del capital y la perennidad de
la dominación de los ricos, se preparan.
Es necesario realizar un trabajo teórico que
defina al "mercado mundial" quitándole toda connotación neoclásica.
Las IDE, así como el rol jugado por los grupos industriales y financieros
transnacionales, dan a este "mercado" dos características: las de un
espacio de valorización del capital planetario que es también un espacio de
rivalidad entre oligopolios mundiales, y un terreno para que el capital ponga
en competencia directa a los trabajadores de distintos países. En uno de esos
pasajes en los que dejaba fluir libremente su intuición, Marx evocó fugazmente
la hipótesis de una China capitalista. Lo hizo de un modo que tiene gran
importancia para la comprensión de los problemas a los que se enfrentan los
asalariados y sus sindicatos (siempre que éstos lo sean realmente). Se refiere
al desarrollo a escala internacional de la competencia entre trabajadores en
torno al precio de venta de su fuerza de trabajo. Marx constata que el
desarrollo de la producción capitalista esboza arrojar a todos los trabajadores
del mundo a una competencia cosmopolita y, citando a un diputado inglés,
concluye que "ya no se trata simplemente de lograr que los salarios
ingleses desciendan hasta el nivel de la Europa continental, sino de hacer que,
en un futuro más o menos cercano, el nivel europeo de los salaros baje hasta el
de China". Este es precisamente uno de los objetivos de las
deslocalizaciones realizadas por los grupos manufactureros estadounidenses y
europeos y de los contratos de tercerización de los grupos relacionados con la
gran distribución. Pero hacerlo tiene un precio: ayuda al fortalecimiento de
poderosos competidores. Sobre esto volveré más adelante.
El régimen institucional internacional, económico
y político surgido de la liberalización y la desreglamentación nunca hubiera
existido sin la acción política tenaz y continua de los Estados Unidos a lo
largo de más de treinta años. Lo hicieron sobre todo en beneficio propio, pero
con el paso del tiempo es claro que el verdadero beneficiario es el capital
concentrado en cuanto tal, ya sea financiero o industrial, así como las
oligarquías y las mayores fortunas, en el lugar en que se encuentren. Los
procesos de centralización y concentración del capital y de acentuada
polarización de la riqueza son comunes al "Norte" y al
"Sur". La polarización de la riqueza siempre fue muy fuerte, pero se
acentuó aún más. La transición al capitalismo de China consolidó el proceso a
nivel mundial. En determinados sectores del "Sur" - la banca y los
servicios públicos, la agro-industria, las minas y metales básicos- se constata
una acentuación análoga en la centralización y concentración del capital. Los
países en los que la formación de poderosas "oligarquías" modernas
marchó a la par de los fuertes procesos endógenos de acumulación financiarizada
y la valorización de las "ventajas comparativas" acorde a las
necesidades de las economías centrales -sitios naturales para los productos
primarios y/o explotación de una mano de obra industrial muy barata- fueron
integrados al funcionamiento del régimen internacional de la mundialización.
Son los nuevos protagonistas de los conflictos comerciales y las difíciles
negociaciones en la OMC: es decir China, los países de origen de los
oligopolios exportadores de la agro-industria del "Sur" y próximamente
la India. Las fuertes tensiones en las relaciones entre China y los países
miembros de la antigua Triada, y también en la OMC entre los oligopolios
exportadores de la agro-industria de los países del Sur y los países del Norte
protectores de los mismos intereses internamente, no tienen nada que ver con la
relación Norte-Sur. Son tensiones entre facciones de capital concentrado
internacional, y la propiedad del capital de los oligopolios en conflicto puede
pertenecer, bajo la forma de títulos, al mismo grupo relativamente estrecho de
los más poderosos Fondos de Pensión y Mutual Funds.
Estas tensiones son consustánciales a un régimen
institucional que tiene como otro rasgo la muy fuerte acentuación de la
competencia a nivel mundial. El régimen institucional de la mundialización se
apoya en relaciones económicas y políticas entre el trabajo y el capital, muy
favorables a éste último. Sin embargo, es muy inestable. Hoy prevalece lo que
Marx llamaba "anarquía de la producción". La competencia ha vuelto a
ser el mecanismo ciego que describió El capital, que actúa como una
fuerza coercitiva todopoderosa bajo el imperio de las tendencias inmanentes de
un modo de producción en el que la ganancia es el objetivo principal, sino el
único. Esto se manifiesta por primera vez a escala verdaderamente planetaria,
en condiciones marcadas también por cambios en la identidad del
"capitalista". En los países donde domina el capital financiero de
inversiones, el "fanático de la valorización del valor (que) obliga
implacablemente a la humanidad a producir por producir", se
constituye como un conjunto de "actores" e instituciones al servicio
del capital de inversión. Incluye tanto a los gestionarlos de carteras como a
los dirigentes de las empresas que cotizan. Todos son servidores del valor
accionario y de los "mercados". Son la personificación fetichizada
del dinero todopoderoso que devino capital pero pretende conservar los
atributos de flexibilidad de su forma original. Incluso en Asia donde el
"fanático de la valorización" sigue siendo (o ha vuelto a ser, como
en China) el capitalista individual, el carácter desigual y combinado de las
mutaciones del capitalismo mundializado hace que ejemplo en Hong Kong y
Shanghái la figura del "capitalista" tome también la forma de grupo
institucional sometido a las fluctuaciones bursátiles.
En el contexto de la mundialización el movimiento
del capital está entonces regido por el efecto conjunto de mecanismos que
escapan casi completamente a toda "regulación": por un lado, los
mercados financieros capaces tanto de condenar a la desaparición a sectores
industriales enteros si con eso puede aumentar el valor de las acciones de
algunos grupos, a destruir la economía de un país débil mediante la
especulación, o ceder a movimientos de pánico financiero colectivo que abren
paso a los crack; por el otro lado, el juego arrasador de una competencia
desenfrenada entre grupos industriales de grandes dimensiones. Tenemos la
convergencia de ambos mecanismos en el actual movimiento de
internacionalización del capital productivo, donde las firmas ya participan
activamente y sin vacilar en la dislocación de lo tejidos industriales y
sociales nacionales de los países que hasta ahora les sirvieron de base, sean
cuales fueren las consecuencias sociales y los riesgos políticos.
Las primeras contradicciones de la mundialización.- La hegemonía
exclusiva de la que gozaron los Estados Unidos a partir del fin de la Segunda
Guerra Mundial en el plano económico y a nivel militar y político desde el
relanzamiento de la carrera armamentista de los años 1980 y seguida por la
caída de la URSS, estuvo basada al mismo tiempo en indiscutibles factores
endógenos, pero también en mecanismos depredación externa que fueron creadoras
de dependencias cuyos efectos de rebote se revelan progresivamente.
Limitándonos a la fase más reciente, marcada por el apogeo de la "nueva
economía", el crecimiento del PBI interno de los Estados Unidos tuvo tres
fundamentos. El primero es un conjunto de relaciones económicas internas que
descansan en una inmensa acumulación de "capital ficticio" y una
política económica apuntada a defender su perennidad. Por "capital
ficticio" se debe entender los títulos emitidos en contrapartida de
prestamos a las entidades públicas o empresas (obligaciones) o como reconocimiento
a la participación en el financiamiento (generalmente inicial) del capital de
una empresa (acciones). Su contenido económico es el de pretensiones de
participación en la distribución de la ganancia (cuya magnitud está fijada por
normas correspondientes al valor de las acciones) o a beneficiarse por medio
del servicio de la deuda publica, con la redistribución de ingresos
centralizados mediante impuestos. Para sus poseedores, esos títulos,
negociables en cualquier momento en los mercados especializados, representan un
"capital" del que esperan un rendimiento regular bajo la forma de
intereses y dividendos (una "capitalización"). Vistos desde el ángulo
del movimiento del capital productivo de valor, tales títulos no son capital. En
el mejor de los casos, son el "recuerdo" de una inversión hecha hace
mucho tiempo.
En el momento de los crack financieros, se
descubre el carácter ficticio de los títulos a expensas de sus poseedores. Pero
los mismos pueden también servir como fundamento de operaciones que prolonguen
la ficción amplificándola, ser utilizados como medio de pago por una empresa
para "pagar" la compra de otra en el curso de una fusión o, en el
caso de particulares, ser presentados como caución para la obtención de
créditos al consumo o prestamos a la construcción. Fue facilitando
constantemente este tipo de operaciones como la Reserva Federal relanzó
constantemente la coyuntura norteamericana desde hace mas de una década.
Haciéndolo, demoró el momento en que se producirá el fin de la ficción y contribuyo
a una acumulación aún mayor de capital ficticio.
Sin embargo, seria imposible fundar, ni siquiera
momentáneamente, un circuito de valorización interna y política macroeconómicas
sobre la acumulación de capital ficticio, sin la existencia de mecanismos
relacionados con la economía real que aseguren, al menos durante un tiempo, la
apropiación de un monto de plusvalía que permita la distribución de dividendos
e intereses. Dos mecanismos lo han posibilitado, con la ayuda de punciones y
expropiaciones realizadas a expensas de capas sociales sin plena integración en
el sistema de explotación capitalista. El primero fue el aumento de la tasa de
explotación en los Estados Unidos, expresado en las estadísticas de aumento de
la productividad del trabajo. Fue obtenida junto con la aplicación sistemática
de las tecnologías de la informática y la comunicación (TIC) en todos los
sectores y a todas las operaciones posibles y la flexibilización del trabajo.
El segundo fue el recurso de los grupos industriales a la inversión directa en
el extranjero y la tercerización internacional. Esto se dio a una escala mayor
que en las fases precedentes de internacionalización de la producción y también
en dirección a países que poseen (a diferencia de muchos otros en que invierten
las empresas) una fuerte capacidad política y técnicas que les permiten
utilizarlas como trampolín para una acumulación autónoma.
La baja tendencial de la tasa de ganancia es una
compleja cuestión teórica. Yo la entiendo como una tendencia de fondo subyacente
a la acumulación permanentemente, por lo que el análisis de los factores que
"contrarrestan la ley", es por lo menos tan importante como el de la
tendencia misma (que además no es una "ley"). Las fases de
recuperación de la tasa de ganancia corresponden a los éxitos pasajeros de los
esfuerzos dirigidos de manera casi permanente por el capital, y cuyos efectos
quedan generalmente circunscriptos a determinados grupos capitalistas. Hoy, la
necesidad del capital industrial de contrarrestar los efectos de la baja
tendencial de ganancia es mucho mayor porque los accionistas y los mercados
bursátiles están en condiciones de imponer sus exigencias en lo relativo a
niveles y redistribución de ganancias. Esto exige instituciones que permitan
una rápida perecuación de la tasa de ganancia. Y el neoliberalismo las creó.
Hoy la transferencia de las inversiones en actividades con pérdida de
rentabilidad hacia aquellas cuya rentabilidad aumenta, tiene efectos mas
importantes sobre la tasa de ganancia tanto como proceso transnacional que como
proceso doméstico. La liberalización de las inversiones y los intercambios
comerciales permite a los grupos industriales dar a estas transferencias, al
menos parcialmente, la forma de medidas tomadas "internamente" por medio
de la deslocalización de las sedes. Esta es la explicación, que habría que
fundamentar empíricamente de un modo mas sólido, del carácter masivo de la IDE
y las tercerizaciones internacionales desde Estados Unidos hacia Asia, con
China e India a la cabeza. Los cálculos hechos por Gerard Dumenil y Dominique
Levy ya mostraron el crecimiento regular del la parte de las ganancias de
empresas estadounidenses que proviene de filiales en el extranjero. Seria
preciso tener acceso a la contabilidad de los grupos individuales para conocer
la contribución de las filiales chinas.
El resultado es claro y constituye uno de los
rasgos de la actual fase del capitalismo. Se trata del desacoplamiento de los
lugares donde están instalados los centros financieros que constituyen los bastiones
del capital de inversiones con rasgos rentistas, comenzando por Nueva York, y
los lugares donde se desarrolla la acumulación efectiva y ocurre la
incorporación al ejército de proletarios explotados por el capital de
centenares de miles y aún millones de nuevos reclutas, junto con la acumulación
de nuevos medios de producción y de comunicación que esta explotación exige y
fueron suministrados inicialmente por las inversiones desde el exterior. Estos
lugares están situados en Asia, sobre todo en China, y están implantados en
condiciones económicas y políticas que impiden su desmantelamiento por los
grupos extranjeros.
Hace tres años, subrayé la dimensión de fuga
hacia delante con efectos no calculados de la invasión y ocupación de Iraq. ¿No
ocurre algo análogo en lo que hace a la ayuda industrial y tecnológica masiva
aportada a China, cuyo tamaño, cultura e instituciones estatales lo convierten
en el único gran Estado capaz de devenir un rival económico y militar directo
de los Estados Unidos? Se hubieran requerido décadas hasta que la acumulación
del producto excedente creado por los obreros y campesinos expropiados por la
casta burocrática hubiera permitido asegurar una transición al capitalismo.
Pero la misma se logró en un plazo muy corto. No seria equivocado remontar el
punto de partida de esta transformación al acceso al pode en China de Deng
Xiaoping, al mismo tiempo que Margaret Thatcher en el Reino Unido. Sobre todo
hay que destacar la contribución que hicieron a esta transformación los grandes
grupos estadounidenses del sector manufacturero y de la distribución
concentrada (con Wall-mart a la cabeza) desde 1992, y luego aceleradamente tras
la crisis asiática de 1997-98. Sin sus inversiones (que durante mucho tiempo
fueron exclusivamente verdaderas inversiones y siguen siéndolo en la mayoría de
los casos, mientras que en la mayoría de los otros países se trata de
adquisiciones-absorción de firmas ya existentes) y sin las tecnologías
manufactureras y de gestión capitalista que fueron transferidos al mismo
tiempo, la transformación en unos quince años de la China en "fábrica del
mundo" hubiera sido imposible. Hoy, los grupos estadounidenses y europeos
incluso levantan laboratorios y centros de investigación, algunos importantes.
Las ventajas que el capital estadounidense - en cuyo seno predominan los
intereses del capital de inversión, financiero - saca de "la fábrica del
mundo" incluyen también los efectos de la deflación salarial de la que se
beneficia la economía norteamericana al igual que el conjunto de las economías
avanzadas.
Seria interesante ampliar la reflexión de los
marxistas al conjunto de efectos contradictorios que las estrategias dictadas
por la exigencia de satisfacer el valor accionarial, mantener el nivel de las
cotizaciones bursátiles y preservar la ficción de los títulos como verdaderas
expresiones de la riqueza tienen sobre la política de los Estados Unidos y
sobre la capacidad de defender su hegemonía a mediano plazo. Cuando los
atentados del 11 de septiembre en Nueva York, recordé la observación hecha por
Trotsky en 1932, en el sentido de que "el inevitable crecimiento de la
hegemonía mundial de los Estados Unidos desarrollará ulteriormente profundas
contradicciones en [su] economía y política (…). Imponiendo la dictadura del
dólar sobre el mundo entero, la clase dirigente de los Estados Unidos
introducirá las contradicciones de todo el mundo en su propia dominación"
El término científico utilizado por los economistas que se ocupan de esa
"dictadura" (ventajas derivadas del privilegio señorial para acuñar
moneda). Sobre la base de estos privilegios los Estados Unidos pudieron
construir su déficit exterior colosal y, mas allá; el funcionamiento de sus
circuitos internos de valorización del capital. La magnitud de las
"demandas" que los Estados Unidos plantea con respecto a las reservas
energéticas y de materias primas mundiales es proporcional al déficit y sólo es
posible con su endeudamiento externo. Esto otorga a tales "demandas"
un carácter depredatorios que no tiene mucho que ver con las relaciones de
"mercado".
La facilidad y duración de estas depredaciones
han contribuido a forjar reflejos sociales y políticos que justifican la
analogía hecha entre el comportamiento de los norteamericanos y los de la
aristocracia y la plebe en tiempo del Imperio Romano. Pero el mundo
contemporáneo, mas allá de un corto período, no tiene lugar para relaciones
"imperiales" predadoras. Los centenares de miles de jóvenes
diplomados de todo el mundo, que aseguran el financiamiento de una parte de las
universidades estadounidenses y el funcionamiento de una parte de sus
laboratorios, ya no se quedan toda la vida en los Estados Unidos. Regresan y
contribuyen a reforzar a sus países, que serán los futuros competidores de las
firmas estadounidenses. Ni China, ni la India pueden ser tratados como lo
fueron el Egipto de las últimas dinastías decadentes y los Estados sucesores al
Imperio de Alejandro. Y sobre todo, el planeta en que vivimos es un mundo
finito con recursos limitados. Si los Estados Unidos quisieran imponer sus
predaciones "imperiales" demasiado tiempo, sólo podrían hacerlo por
medio de guerras terribles y tal vez conducir a un radical cuestionamiento a la
posibilidad de vivir en el planeta a quienes no sean parte de una minoría
armada hasta los dientes. Tal vez sea la gran literatura de ciencia ficción la
que mejor presente las opciones del capitalismo en su actual estadío. Solamente
diré que la única alternativa es el socialismo (o Barbarie).
LA MEMORIA OLVIDADA.- Manos arriba esto es un
atraco, esta expresión que no tiene sentido para mi, porque no hay tal atraco,
fue directo y claro por tanto la tan cacareada e insistentemente expresión
utilizada por algunos colectivos como el movimiento 15-M, aunque es un eslogan
simplemente, porque desde que empezó la Crisis-Engaño, el gobierno Zapatero
socializó los agujeros de la banca con dinero público a costa de reducir los
servicios del Estado, (la verdadera contradicción del sistema neo-liberalista y la precarización de los salarios tanto
privados como público, todo esto era bien sabido por economista de distinto
signo político y lideres sindicales, incluso firmaron acuerdos, que nadie se
llame a engaño, la misma sociedad a través de los medios de comunicación,
sabían lo que se estaba cociendo ¿o no estaba claro? Desde que empezaron los
recortes, la sociedad no reaccionó y salió de forma masiva a la calle a
enfrentarse con todo ímpetu a lo que se le venía encima. Otro panorama político
tendríamos, hasta los medios de comunicación extranjeros escribían sus
artículos diciendo que poca actividad había en la calle, ante estas medidas
reaccionarias. Salvo claras excepciones que hoy siguen luchando el 15M, la
marcha de los mineros con sus luchas a campo abierto.
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