lunes, 11 de marzo de 2013

LOS DUEÑOS DE NUESTRA LIBERTAD I


La vieja Europa se desangra, masacrando lo común, los derechos sociales conquistados a base de luchas, la austeridad marca las pautas de una las élites muy poderosas económicas-financieras, las políticas han desaparecido, la cultura es ya un eufemismo, la historia ha sido borrada del imaginario colectivo, la democracia ha sido sustituida por el autoritarismo del dios mercado, el progreso ha sido también sustituido por una involución, todo en nombre del sagrado mercado, la prepotencia y la represión se ceban contra la población que ha perdido todo y protesta indignadas en la calles, todo el panorama ha cambiado desde una crisis elaborada y creada por el poder financiero internacional.

Todo esto marca un nuevo ciclo de equilibrio de poder en el sistema capitalista y nuevo orden mundial basado en la pobreza y en la esclavitud del ser humano, la conspiración forma parte de este entramado criminal. Además de los antagonismos o contradicciones que el sistema capitalista acumula a lo largo de su larga existencia pretende fundar una nueva época con más crecimiento y acumulación de riqueza.

En el sistema capitalista, la democracia tiene serios problemas de legitimación. La democracia liberal legitima encubiertamente al capitalismo en el dominio del hombre por el hombre mediante los procesos de elaboración de las normas jurídicas que implementan las políticas económicas formuladas en beneficio de los intereses de las estructuras del poder económico de grandes corporaciones y del capital financiero-especulativo transnacional que dominan el mercado internacional. Se apoyan en las decisiones de los tecnócratas de instituciones financieras internacionales antidemocráticas como el BC, OMC, BM y FM, que imponen sus directrices a los gobiernos con su consecuente pérdida de soberanía. El papel del Estado democrático entra en conflicto con el capitalismo postindustrial globalizador entre los procesos de mercantilización y desmercantilización de la política social. Lo que se está presenciado es un cambio radical del capitalismo industrial a una concepción postindustrial de las relaciones económicas.

A pesar de todo, como resultado de la implementación de una concepción postindustrial de la las relaciones económicas como resultado de la implementación de programas de liberalización económica, la sociedad se polariza reflejando las contradicciones del capitalismo industrial, a tal punto que se convierte en una sociedad dual en la que unos tienen acceso a los beneficios de la era de la información, mientras otros son totalmente excluidos. Los procesos de globalización neoliberal incrementan las desigualdades sociales que debilitan al sistema democrático, agudiza sus contradicciones y lo hace incompatible con el capitalismo. Durante el estado de capitalismo tardío los procesos económicos dominantes del capital internacional y de las organizaciones internacionales, tales como el BM, FMI y OMC, han presionado para que los Estados – nación adopten las políticas económicas neoliberales de libre mercado y libre comercio como la solución universal para los  problemas sociales y económicos. Como resultado, este capitalismo tardío se caracteriza porque los servicios sociales públicos se privatizan, las inversiones foráneas se incrementan, los mercados de capitales y laborales se desregulan, mientras que el Estado se retrae en el desarrollo del capital humano y cultural.

Estos cambios han generado una multiplicidad de oportunidades, pero también de desigualdades y subjetividades emergentes. En el última parte del siglo XX ese equilibrio se rompió a favor de los mercados y he aquí el resultado: la pérdida de confianza de los ciudadanos. La falsificación y el fraude destruyen el capitalismo y la libertad de mercado, y a largo plazo los fundamentos de nuestra sociedad, con ello algunos arreglos geopolíticos que auguran la inminente caída de la hegemonía del capitalismo imperial. La estabilidad mundial demanda el mantenimiento de esta estructura de desigualdades, justamente como en la teoría elitista de la democracia. estratificación estructural de la política, social y global que resaltan la importancia de una racionalidad, poder y deseo por el poder. Se le puede criticar a que la realidad y las prácticas políticas no son exclusivamente para la persuasión del poder y no son exclusivamente racionales.

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